La flor de la esperanza
Dejando atrás lo
que en él vivía:
Caras tristes y sufrientes,
Familias rotas y
dolientes.
Las calles
vacías inundaban la ciudad,
Pues su gente
estaba en casa y salir no quería más.
Pobreza y
opresión reinaban aquí y allá,
“Libertad,
Igualdad y Fraternidad”: ideales que no existían ya.
La rutina sus
vidas apoderó,
Nublando así la
alegría que un día en ellos habitó.
Incomprensión e
incertidumbre habían cegado,
La esperanza de
un día mejor que tanto habían anhelado.
Sus vidas
perdieron sentido,
Revertir la
realidad ya no querían.
Gente sin Rumbo
andaba por doquier,
La respuesta
antes soñada naufragó en su ser.
Pero no todo
había terminado,
Había un lugar sin
haberse contaminado:
Un templo viejo
y olvidado,
Con puertas
anchas que nunca antes se habían cruzado.
El sitio,
inhóspito quedó,
Pues su gente jamás
lo visitó.
Un cuarto en él
quedaba,
Con un antiguo
cofre que algo ocultaba.
Un travieso niño de su casa un día escapó,
Buscando un
balón que alguna vez perdió.
Parques y calles
recorrió,
Pero el balón no
apareció.
La frustración entonces
llegó,
Y con
desesperanza lágrimas derramó.
Solitario el
niño quedó,
Y posada no
encontró.
La noche llegó,
Y cansado el niño
quedó.
Sin más que
hacer sino dormir,
Debajo de un
techo roto descansó.
El otro día
llegó,
Y el niño
entonces despertó.
Unos ruidos
había escuchado,
Fue el rechinar
de una puerta que lo había despertado.
Tras abrir la
desgastada puerta,
Su balón
entonces vislumbró.
Estancado había
quedado,
Detrás de un
cofre empolvado.
Al agarrar el
balón,
El cofre sin
querer abrió
Y en su interior
una planta detalló:
Una rosa roja
como carmín había encontrado.
La flor por
marchitar estaba,
Pues agua,
tierra y luz le faltaban.
Llevarla a su
casa entonces decidió,
Y tras
esconderla en su cuerpo, a su hogar por fin llegó.
Sus padres
molestos estaban,
Pues el niño
perdido estaba.
Después de
algunos regaños,
El niño en su cuarto se
encerró.
Aunque sus
padres lo habían reprendido,
Reprochar el niño
controló.
Y tras haber
disimulado,
La flor en un su
cuarto colocó.
Dentro de una
vasija la guardó,
Y con tierra y
agua la alimentó.
Las grandes
ventanas se abrieron,
Y la luz en la
alcoba entró.
El niño todos
los días a casa llegaba,
Para así su flor
cuidar.
Semanas y meses
pasaron,
Y la rosa de
esta forma creció.
Pero la flor,
común no era,
Tenía algo que
única la hacía,
Pues quien
estaba a su lado,
Irradiado de
amor crecía...
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